domingo, 2 de enero de 2011

Un instante




Alcanza un instante y abrir los ojos para descubrir todo su mundo, todo su universo. Un instante de desvelo para ver cómo se van cerrando sus ojos pero sólo para volver a abrirse. Alcanza un instante para guardarse muchos en lo más profundo de la memoria, o a lo mejor en lo más cercano a sus ojos.
Alcanza un instante para cerrar mis ojos e imaginar cómo termina su cuerpo, en qué lugar y de qué manera. Alcanza un instante dormirme para soñar con lo que imaginé despierto, o quizás realmente fue un sueño. Alcanza un instante de sensaciones nuevas y viejas también, de miles de fotos pegadas desde el último de sus pelos hasta el primero de sus dedos de los pies.
Alcanza un instante para tocar su piel y contornear lugares, destinos para prometernos hacer algún día luego que dejemos la cama, y la comodidad de mirar cómo filtra la luz por la persiana de la ventana. Alcanza un instante imaginar cómo serán los días que van a venir y con ellos, las noches. Alcanza un instante para recostarme en su cadera y no querer dormir para capturar cada segundo, cada eternidad.
Alcanza un instante para decirle tantas cosas, que incluso por medio del silencio puedo decírselas para no romper la perfección del momento. Alcanza un instante para verla cerrar los ojos e imaginar qué sueña, a dónde va, y cómo me está mirando desde lejos, pero cerca. Alcanza un instante para decir todo esto que digo antes que me duerma, y antes de que llegue la mañana. Alcanza un instante para recordarte para siempre.

Para Alejandra, mi Alejandra.

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