lunes, 28 de febrero de 2011

Otro mundo



Todos vivimos en este mundo, todos somos vecinos, todos somos parte de esto. Todos necesitamos créditos hipotecarios, celulares, autos 0 km, colegios privados. Todos necesitamos una categoría, ropa de marca, todos necesitamos estar conectados. Todos necesitamos que miren lo que tenemos y cuando lo compramos, todos necesitamos eso. Necesitamos que hablen de nosotros por lo que logramos ya sea un ascenso, un mérito profesional o un favor monetario. En este mundo vivimos las 24 horas del día los 365 días del año y nos hacen creer que es el único, que no hay otro. Pero hay otro mundo. Mucha gente lo vio, lo ve y lo va a seguir viendo, y es un mundo que nos muestra otra realidad más humana que hace que nos avergoncemos de este. Un mundo de gente que quiere estar cerca de la gente, de sus reales necesidades, de sus sueños, de sus inquietudes. Gente que hace. Gente que con poco hace mucho, y mucho en serio. Gente que cree en valores como el amor, la educación, la solidaridad... el factor humano como símbolos del trabajo diario. Ojalá podamos decir "vivo en una Argentina llena de esta gente" que nos enorgullece allá, acá y donde esté porque lo que realmente importa es que están. Argentina es una sola y es hora de que nos demos cuenta de que todas esas diferencias que creemos o creímos en algún momento buenas, no lo son y lo único que hacen es separarnos cada vez más. No es lo que tenemos sino lo que somos y lo que somos nos va a mostrar lo que tenemos. Es el momento para gritar fuerte, viva la patria y no como en otras ocaciones en las que lo hicimos para reconocer nuestros errores para seguir cometiéndolos. Somos cuarenta millones que viven lejos, cerca, pero todos bajo un mismo techo y es así cómo debemos recordarlo. ¿Qué significa tener un status en una corporación? ¿qué nos deja tener 4 autos en lugar de uno? Está bien lograr cosas con el esfuerzo, pero que esas cosas no terminen siendo una obseción, una necesidad. Sólo necesitamos de nuestros sueños, nuestras metas como seres humanos para levantarnos cada día y pelear o mejor dicho, construir un presente mejor para ir moldeando un futuro mejor aún para nuestras generaciones venideras, que al fin de cuentas son nuestros hijos.
Me voy a despedir con una frase de una persona que es un ejemplo de ser humano y que debería serlo para quienes tienen ese sueño que nadie puede derrumbar. Gracias Milagros Sala por mostrarnos día a día que otro mundo es posible.

“Nuestras armas son el tenedor, la pala, el pico y la cuchara”.

lunes, 21 de febrero de 2011

Hoy



Lejos, olvidado y después de eso más lejos, así me siento hoy. Dado vuelta, boca arriba el sol quema más pero lastima, da la dimensión de realidad que suele pesar más que el cielo que se nos cae todas las noches. Intento ganar una bocanada de aire, sólo una pero cuesta y creo que todo me va a costar de acá en adelante. ¿Cómo puedo levantarme y sentir lo que sentí antes de caerme? y mientras me pregunto eso no sé qué hará el viento conmigo, a lo mejor me de vueltas una y otra vez llevándome quién sabe a dónde, quién sabe por qué. Hoy me siento así, lejos, olvidado, averiado como un pedazo de aluminio en medio de la nada.

lunes, 31 de enero de 2011

Insomnia



No recuerdo el día, el momento, ni el instante exacto en el que empezó esto. Miro las paredes y no me dicen nada, y lo más probable es que nunca lo hayan hecho. Entonces empiezo a hacerme preguntas sin sentido tratando de encontrarle alguno propio que me aleje de esta sensación molesta. En unos segundos más voy a mirar el suelo como intentando encontrar algo, ignorando que ni siquiera empecé a buscar. Pero mientras trato de encontrar eso la música se hace más lenta, taciturna, pesada. La música se vuelve algo que no es música, sino ruido y después un eco que rebota entre el techo y la puerta. Necesito un trago, necesito cualquier cosa que me haga alejar de la realidad, necesito un espacio dentro de este espacio, un espacio mío, un espacio privado de todo menos de mí. Ahora va a llegar la necesidad de pararme y caminar, o mejor dicho dar vueltas sin sentido, sin dirección y sin destino. Y con el caminar se va alejando el sueño, espero que no sea como esas noches en las que se va y no vuelve, como esas noches en las que no distingo entre la vigilia y el sueño, o ¿entre el sueño y la vigilia? Todo parece entorpecerse, todo menos yo que ya lo estoy desde hace unos minutos que parecen horas... y quizás desde hace tanto tiempo que perdí el tiempo por no estar prestando atención. Después voy a acostarme, como todas las noches fingiendo que duermo, sin importar a quién tenga al lado; a ella o a mí mismo, siempre finjo, finjo ser yo cuando soy otro y finjo ser otro cada vez que me doy cuenta de que sólo soy yo. Ahora hace frío, hasta hace un rato tenía calor y seguramente vuelva a tenerlo después que se haya pasado el frío, pero parece no irse o por lo menos es lo que parece prometer esta noche tan distinta a las demás, pero por serlo así, igual. Me pesan los ojos pero sigo sin sueño, sin sueños ¿quizás?, sin certeza de qué hora es, si está terminando la noche de una vez o recién empieza.
Paso delante de un espejo y no me veo, es increíble como sigo sin verme después de tantos años. Quizás no logre encontrar el ángulo que el espejo quiere ocultar, o quizás esté demasiado anestesiado de cansancio que ya no distingo entre lo real y lo irreal, y sigue pasando el tiempo sin pasar. No recuerdo el día, el momento y ni siquiera el instante exacto en el que empezó todo esto... miro las paredes y no me dicen nada y lo más probable es que nunca lo hayan hecho... creo que me estoy quedando dormido... creo que me estoy... creo que...

viernes, 28 de enero de 2011

Esa gente



¿Qué es querer un mundo diferente? ¿Un mundo al alcance de las manos, un mundo donde el progreso se anteponga a la cultura?
A lo mejor querer un mundo diferente es imponerse y no dejar lugar a otra alternativa, a otro pensamiento, a otra idea. Hay muchos que quieren ese mundo, ese lugar donde no existe la resistencia más que la de la fuerza física y ya sabemos quién gana en él.
Por suerte existe gente que no quiere ese mundo, que no se siente en ese mundo. Esa gente que quiere, quiso y querrá un mundo donde las ideas sirvan para acercar a la gente, para hacerlas pensar y que puedan elegir. Existe esta gente para demostrar el valor humano que tenemos, y es la clase de persona que demustra que el significado de la palabra lucha no necesita remitirse únicamente al uso de la fuerza física, de meter miedo.
Gracias a toda esa gente que vive con el único afán de acercarse, hermanarse y hacer así un mundo con más posibilidades, me siento orgulloso de estar de esa vereda.

A Hector Germán Oesterheld.

miércoles, 26 de enero de 2011

La noche



La noche terminó justo cuando estaba empezando. Justo cuando empiezan tantas otras cosas como el silencio absoluto en la calle, las radios, la gente hablando detrás de las medianeras de las casas del barrio. La noche debería haber empezado cuando terminó el día, pero no... terminó.

lunes, 24 de enero de 2011

Lejos y cerca



En este momento quiero estar lejos, de la ciudad de la gente de la ciudad, de la gente que viene a la ciudad y de la gente que habla de la ciudad. Quiero estar lejos de todo dejo de civilización, lejos de esta cultura pero cerca de otra. Quiero conocer más a la gente de esa cultura, con sus creencias, su andar, su simpleza y la simpleza de ver la vida. Quiero estar cerca de todo eso de lo cual siempre estuve lejos. Quiero viajar.

lunes, 17 de enero de 2011

La misma pregunta



Siempre me hago la misma pregunta, una y otra vez. Siempre en el mismo momento de la noche cuando todo está en silencio y los ecos rebotan en mi cabeza, de un lado hacia el otro como queriendo rebotar infinitamente. La luz molesta, la oscuridad asusta y nada parece tranquilizarme. La ventana cerrada intenta ahogar el último aire que merodea por el cuarto, pero si la abro todo el mundo del otro lado puede entrar. El reloj marca segundo a segundo y el sonido me molesta, me aturde aunque por momentos no hay sonido, y aún así me aturde. No quiero dormir pero tampoco estar despierto y la sensación de ahogo empezará en tres segundos, uno, dos, tres, empezó. Me desespero, ¿qué hago? ¿disimulo? ¿espero? y mientras me pregunto esto, vuelvo a hacerme la misma pregunta una y otra vez. ¿Por qué no puedo dormir?
Enciendo el velador y la poca luz que emite me sirve para hojear una diminuta línea de una página color ocre, de un libro, de un libro que alguien escribió posiblemente en una noche con esta y con esta sensación de desesperación, ansiedad y tormento. Pero la luz es demasiado molesta y empieza a molestarme las sombras que dispersa por el techo y luego por las paredes hasta terminar en la puerta. Intento levantarme pero me pesa el cuerpo, quizás me pesaba desde antes de acostarme o quizás quiero que me pese para sentirme más molesto. Apago el velador y el silencio luminoso se propaga milímetro a milímetro. Estoy cada vez más encerrado en mí mismo, en este cuerpo que no quiere tranquilizarse. Y mientras todo esto sucede, mientras la vida detrás de estas paredes transcurre de noche, yo me hago la misma pregunta de todas las noches, una y otra vez.