martes, 7 de septiembre de 2010

Dos y uno




Es el fin de Uruguay pero en realidad para mí es el fin del mundo, el último vestigio de vida se encuentra a unos pasos en esos dos barcos. Dos barcos que probablemente hayan zarpado miles de veces a lugares desconocidos llevando esperanzas y trayendo angustias muchas veces, y felicidad algunas otras. Dos barcos que no estaban ahí por casualidad, que estaban por una razón muy especial, irse y tratar de no volver.
El mar agita y ambos lo miran desde la arena, mansos y como un poco enojados por la distancia corta que los separa. El mar sigue agitando y los barcos siguen enojados y cada vez más quietos. El mar deja de agitar y yo dejo ese camino para seguir el que me lleva a mi cabaña.

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